"Vuestro Padre Celestial"
Mañana y Tarde de Charles H. Spurgeon
26 de Enero - Meditación de la Mañana
«Vuestro Padre celestial.» (Mateo 6:26)
Los que constituyen el pueblo de Dios son hijos Suyos en doble sentido. Son Su progenitura por la creación, y son Sus hijos por la adopción en Cristo; por eso tienen el privilegio de llamarlo: «Padre nuestro que estás en los cielos.» ¡Padre! ¡Oh, qué preciosa es esta palabra! En esta palabra hay autoridad: «Si Yo soy Padre, ¿dónde está Mi honra?» Si vosotros sois hijos, ¿dónde está vuestra obediencia? En esta palabra hay también afecto mezclado con autoridad, una autoridad que no provoca rebelión: una obediencia solicitada que se cumple con alegría, y que, aunque se pudiese, no debiera negarse. La obediencia que los hijos de Dios le ofrecen debe ser una obediencia inspirada por el amor. No vayas al trabajo que te señala Dios como va el esclavo al que le asigna su amo; pero entra más bien en la senda de Sus mandamientos, porque es la senda de tu Padre. «Presentaos vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia,» porque la justicia es la voluntad de tu Padre, y Su voluntad debe ser la voluntad de Sus hijos. «¡Padre!» Hay aquí un atributo regio, tan delicadamente cubierto con amor, que la corona del Rey pasa inadvertida al mismo Rey y Su rostro. Su cetro se transforma no en una vara de hierro, sino en un plateado cetro de misericordia: en realidad, no vemos el cetro, sino sólo la mano divina que lo empuña. «¡Padre!» En esta palabra hay honor y amor. ¡Cuán grande es el amor del Padre para con Sus hijos! Lo que la amistad no puede hacer, y que la mera benevolencia no puede obtener, lo hace, para sus hijos, el corazón y la mano de un padre. Son sus vástagos: por lo tanto debe bendecirlos y defenderlos con todo vigor. Si un padre terrenal vela por sus hijos con amor y cuidado incesantes, ¿cuánto más lo hace «nuestro Padre celestial»? «¡Abba, Padre!» El que puede pronunciar estas palabras ofrece a Dios una melodía que es mejor que la que los querubines y serafines pueden producir. Hay un paraíso en la profundidad de la palabra «Padre». Él es todo lo que puedo pedir, todo lo que mis necesidades pueden demandar, y todo lo que mis deseos pueden desear. Tengo todo en todas cosas por toda la eternidad, cuando digo: «¡Padre!» [Traducción al español por Cyberspace Ministry. Todos los derechos reservados.]
Charles Haddon Spurgeon (1834-1892) fue uno de los predicadores más reconocidos de la segunda parte del siglo XIX. Los numerosos escritos de Spurgeon, así como sus sermones brillantes siguen siendo ampliamente publicados hoy, mostrando su importancia a través del tiempo. Su obra clásica Mañana y Tarde sigue siendo, aún hoy, uno de los libros más populares de devociones diarias.